sábado, 12 de diciembre de 2009

“Le dedico mi condecoración a las nuevas generaciones”



Lotte Schulz, artista plástica de destacada trayectoria, fue condecorada recientemente por el Gobierno. En esta nota nos habla de sus recuerdos, su trabajo, y, como era inevitable, del calor.

Publicado en el diario La Nación
http://www.lanacion.com.py/noticias-280054.htm


Por Arturo Peña

Redactar una entrevista a Lotte Schulz no es tarea fácil, ya que la dictadura del espacio hace que una hoja sea algo demasiado breve para tentar, siquiera, plasmar una amena charla con ella, una mañana, bajo una frondosa parralera en su casa de Luque. Quizás es el lugar más fresco de toda la casa, silenciosa, con mucho verde y con gatos cruzando de tanto en tanto de un lugar a otro. “Siempre tuve gatos, por eso los conozco mucho, conozco todos sus movimientos”, nos comenta la artista nacida en Encarnación, en 1925, quien recientemente recibió un merecido reconocimiento por parte del gobierno: la Orden Nacional del Mérito en el Grado de Gran Cruz, junto con el poeta Carlos Federico Abente.
“Me hizo muy feliz la condecoración, pero en realidad no es para mí. Por eso la dediqué a las nuevas generaciones, a los artistas jóvenes, porque para mí el premio tiene que ser un estímulo para la juventud. Estas distinciones ya no son para nosotros, que ya pasamos el arco del tiempo, sino para los jóvenes”, afirma.
En la mesa, un catálogo donde aparece un retrato suyo hecho por el recordado Livio Abramo. “Yo empecé con el arte cuando tenía como doce años”, recuerda. El camino del arte la llevó luego a Curitiva, Brasil, donde se inscribió en el Instituto de Artes y Oficios. De esa escuela es uno de sus dos principales maestros: Guido Viaro, “porque con él hice la formación académica, el vino de Europa y abrió su taller en Curitiva, y con él y tuve mis lindos cinco años de formación”. Luego su encuentro con Livio Abramo, quien la introdujo en la técnica del grabado, dejando en sus manos su mejor herencia.

El Museo
Los recuerdos siguen viniendo, algo lentos, como frenados un poco por el calor de la mañana. Vienen para complicar la redacción, ya que cada porción de recuerdo es un punto de salida hacia otro, una ruta de memoria que puede llevar a Bolivia, Venezuela, Perú o hasta Africa, en anécdotas que Lotte va describiendo como si viera un cuadro de vivos colores. Entonces, cómo hacer con ellos, cómo hacer para incluirlos todos, en su voz y en su singular estilo de contarlas, en estas líneas…
Algunos de sus más gratos recuerdos se remontan, por ejemplo, a sus años como directora del Museo Nacional de Bellas Artes. “A mi me encantó esta etapa. Me gustó porque a través del museo tienes un margen tan ancho de actividad…”, señala y detiene el comentario de forma casi abrupta, para recordar de forma muy especial a don Juan Silvano Godoy, quien en la dura época de la posguerra asumiera la misión de proveer al Paraguay una delicado bagaje de obras de arte, compradas en diversas partes del mundo, y que hoy conforman la colección del Museo Nacional del Bellas Artes, institución que cumplió un siglo de vida este año.
La artista recuerda entre sus logros frente al museo, entra otras, la muestra “Homenaje a la hamaca”, en la que reunió todo tipo de hamacas de diversos materiales. “También hicimos una muestra de pandorgas, que me ayudó Manolo Prieto a montar, vieras que linda quedó esa muestra, con las pandorgas colgadas ahí del techo, les ponía un ventilador y era como si volaran”. Otra muestra que marcó su momento fue “Yataity vive”. “Allí ocupé dos salas, en una puse ropas confeccionadas con ao po’i teete y en otra sala mantelería, además de un telar donde una tejedora trabajaba ahí mismo, frente a los visitantes, otra mujer hacia el encaje ju, otra el ao po’i, mostrando a la gente cómo se hacían”, rememora.
También hay recuerdos menos alegres, como el que le tocó vivir en el 2002, cuando en un suceso casi cinematográfico, ladrones ingresaron al museo a través de un túnel y se llevaron cinco cuadros de la colección, entre ellos un Tintoreto y un Murillo.

El calor

Hoy Lotte Shulz pasa la mayor parte del tiempo en su casa, disfrutando de su bello jardín, pero siempre conectada con el ambiente cultural.

¿Estás pintando o haciendo trabajos?

-No, para nada, ¡quien tiene ganas de trabajar con este calor! Paso mucho tiempo en mi casa, aunque cada tanto voy para Asunción.

¿Cómo te movilizás?
-Voy en ómnibus. Así de paso hago ejercicio.

A sus más de ochenta años, Lotte posee una vitalidad envidiable. Se levanta, va a atender el teléfono. A su vuelta trae uno de sus cuadros, un hermoso grabado de un grupo de avestruces de largos cuellos. “También tuve avestruces en mi infancia”, comenta.

Con la experiencia de una vida cultivada en el arte, ¿cómo ves las cosas hoy, las cosas que están pasando en nuestro medio?
-Los cambios son difíciles. Yo estoy en el viejazo, reconozco, y entonces uno es disconforme por naturaleza con todas las innovaciones, y debe haber innovaciones positivas, pero lo que veo no me satisfacen, particularmente en la educación. No hay derecho de sacrificar toda una generación, por desidia del Gobierno para abajo, desde el Ministro y los maestros, hasta los padres. Yo hace años que estoy en educación y siempre les dije que no pueden hacer una reforma si no hacen un levantamiento previo del conocimiento de los maestros. La formación deja mucho que desear.

La mañana se acerca al medio día y la temperatura se eleva sensiblemente. Lotte finalmente comenta que va trabajar en unas tarjetas navideñas que ya tiene pensadas, a pesar del calor.