martes, 14 de abril de 2009

Cargill y los paradigmas del desarrollo



Arturo Peña

La instalación de un puerto granelero de la multinacional Cargill, una de empresas agrícolas más poderosas del mundo, a orillas del río Paraguay en la zona de Zevallos Cue, a menos de 500 metros de las tomas de agua de ESSAP para distribución de agua potable en Gran Asunción, sigue despertando gran polémica.
Grupos ciudadanos y organizaciones, entre ellas ambientalistas, iniciaron una campaña contra la instalación de este puerto por los riesgos que podría representar, no solo para la población de Zevallos Cue, que quedará expuesta a la polución generada por el trabajo con granos que, se sabe, son tratados con agrotóxicos, sino también para toda la ciudadanía asuncena, ya que los residuos del puerto serán arrojados indefectiblemente a las aguas del río. Por otra parte, comisiones vecinales de la zona, encabezadas por algunas figuras políticas, defienden el proyecto, ya que, según ellos, esto generará desarrollo y consecuentemente puestos de trabajo.
En un panel realizado meses atrás en el Sindicato de Periodistas del Paraguay, ambas posturas se pusieron en el tapete, siguiendo el debate diferentes aristas que fueron desde la defensa de la inversión privada como medio fundamental para el desarrollo, hasta la condena al modelo agroexportador –que tiene a Cargill como uno de sus símbolos- como generador de más pobreza.
El tema, sin duda, se presta para un prolongado debate. Lo concreto es que los resultados de cualquier modelo deben ser tangibles en el desarrollo del país y en el bienestar de su pueblo de la misma forma.
En este complejo escenario, asumir que el desarrollo económico no puede prescindir del tema ambiental, es fundamental. El concepto de ambiente es amplio y no se limita a la protección de la fauna y flora. Ambiente es todo lo que nos rodea y afecta a todo los ejes de la vida en todas sus expresiones. Hoy es un fundamento en el debate ambiental que “un paradigma de desarrollo que no sea capaz de gestionar racionalmente los recursos que utiliza, simplemente dejará de serlo a corto plazo” (1).
Hablar de desarrollo, entonces, representa necesariamente tomar en cuenta una gran variedad de parámetros, positivos y negativos, buscando como objetivo la satisfacción de las necesidades fundamentales de los habitantes.
La introducción de la agricultura capitalista, que hoy se define en el modelo agroexportador, se remonta a la década del 70, en que se registra la llegada de capital brasilero con la expansión de la frontera sojera en el sur del Brasil. La segunda oleada importante se produjo a partir del ciclo agrícola 1999/2000 con la soja, pero ya genéticamente modificada (transgénica) (2).
Con la aparición del mercado de los agrocombustibles –que llega además con la etiqueta de ser una respuesta al calentamiento global-, el modelo agroexportador ha cobrado hoy un nuevo impulso. Y si bien las cifras pueden hablar de millones de dólares ingresados a las arcas del gobierno, traduciéndose esto en desarrollo para el léxico económico, la contracara es irrefutable en las consecuencias que están sufriendo miles de familias en todo el país a causa de este modelo. En el campo hay expulsión forzada de personas para instalación de campos de monocultivo que exigen miles de hectáreas, hay envenenamiento por agrotóxicos utilizados en los mismos, pérdida de semillas nativas, destrucción de bosques, contaminación de recursos naturales y muerte.
Ahora, una arista de esta problemática se traslada a las puertas mismas de la ciudad, bajo el aval de estudios de impacto ambiental poco claros y de rumores de presión por parte de Cargill para superar cualquier traba.
Existen experiencias en otros países de puertos graneleros que dejaron pueblos vacíos tras su instalación, debido a la contaminación que generaron, como es el caso del barrio Malvinas, en Santa Fe, Argentina (http://www.puntodoc.com/informes/59.html).
Cabe preguntarnos entonces, ¿se están respetando los paradigmas de un desarrollo equilibrado, que respete al ambiente y consecuentemente la vida de los seres que habitamos el planeta?


(1) Hernán Sorhuet – periodista ambiental uruguayo.
(2) Tomás Palau – sociólogo, director de Base de Investigaciones Sociales.

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